Divaguemos: el pantalliscente


El pantalliscente, o adolescente pantallero, aparentemente no es diferente de los adolescentes de otras épocas. Pero la continua exposición a dispositivos de todo tipo desde su infancia le han dotado de poderes que difieren de los que conocemos hasta ahora. Aparentemente no es diferente de nosotros, pero sus capacidades entrenadas le convierten en una máquina de procesar información. Es capaz de manejar sus dispositivos, haciendo que las pantallas le digan lo que quiere, de forma instantánea. Sus ojos son veloces, su mente trabaja rápido y sus pulgares alcanzan velocidades sólo vistas en la naturaleza en animales como la gacela de Thompson. 
El pandalliscente es un ser ubícuo. Aparece donde menos se le espera, en un mundo globalizado puede haber nacido en los suburbios de una gran ciudad o en una aldea olvidada de la mano del 3G. Esto hace que el pandalliscente no tenga necesidad de simulteneidad física en sus relaciones sociales: su dominio de las pantallas hace que las relaciones sociales no se vean afectadas por el tiempo y el espacio.
Esta nueva modalidad de adolescente es capaz de mantener la respiración de forma indefinida mientras usa sus dispositivos, haciéndole invisible al ojo humano. Su capacidad de permanecer aparentemente quieto hace que en los lugares donde habita parezca que no existan ejemplares de su raza.
El pandalliscente tiene una red de aliados tan amplia como los tentáculos de su conexión de datos: es capaz de buscar y encontrar amigos en los sitios más insospechados. Junto al resto de pandalliscentes, viven aventuras que el resto del mundo no es capaz de entender.
El enemigo natural del pandalliscente es la incomprensión y la falta de comunicación. Su conexión preternatural con su pantalla hace que el resto del mundo no sea capaz de comunicarse con él, lo que provoca continuos malentendidos y enfrentamientos que le desconectan de su red natural y, por lo tanto, influyen negativamente en su estado de ánimo.
Con su pantalla, es capaz de encontrar datos que generaciones anteriores considerarían magia. Unido a su manejo de las personalidades digitales, es capaz de estar en muchos tiempos en el mismo lugar, haciéndole el viajero temporal más insospechado.
Su alto consumo energético (tanto en baterías como en cargadores) hace que se canse rápidamente de cualquier información que no venga en su formato favorito, haciéndole especialmente vulnerable al aburrimiento y al tedio cuando se separa de su dispositivo favorito.
Sí, señores... el pantalliscente ha venido para quedarse.



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